sábado, 31 de enero de 2009

"Mi eco"

Te dije que me estaba pudriendo, que mi todo se desmembraba y caía exhausto, vacío y yermo, como una carcasa que se acabará diluyendo en agua sucia. Te dije que moriría lentamente y me desgajaría, que sería pasto de los lobos que cada noche acechan mi alma. Te dije que tu mirada me rajaría el corazón de lado a lado, que tu desolación sería mi epitafio, que tus lágrimas me ahogarían, que tu fingida sonrisa me enclaustraría, que tus susurros de amor me harían palidecer ante la pérdida. Te dije que tu ausencia había sido un martirio, que cada noche pedía auxilio para dejar de sentir, para que mis esperanzas de verte tan solo un día dejaran de mermar. Pero también te dije que verte, tenerte y perderte me matarían más rápido y más tristemente que este efluvio cavernoso que me envenena cada día y cada tenue noche. Tú serías la enfermedad de mi alma, el único lugar que la otra hedionda y vírica lepra no ha tocado. Te dije que te amaba como no se necesita explicar, que salvaste mi vida al conocerme y que solo la felicidad de un mísero momento eclipsaría todas las penalidades, que quererte había sido mi bálsamo y que buscarme sería tu perdición y entenderme tu locura; que no había comprensión para entender mis razones, que era imposible quererme así… pero sabía que tu lo harías, que recorrerías cada espeso y sediento mar hasta encontrarme, por eso te mentí, te oculté mi vida y habría oscurecido mi muerte. Pero estas aquí, delante mío; y yo me pudro, me muero y me difumino en el olvido del tiempo, un tiempo que no parará su aguja a pesar de que la arena se remueva con mis huesos. Pero no repetiré que te quiero, ese será mi eco hasta que caduque el universo.

viernes, 30 de enero de 2009

Medio-textos

<<Amar apasionadamente y no ser corres-
pondido es como ir en barco sabiendo que se hundirá. Te
sientes morir pero a los razonados pensamientos ignoras, ahogándote en el mar>>
me dijo un día con aplastante sabiduría el escritor
Alejandro Gándara. Es curioso cómo los temas amo-
rosos suelen provocar que en su rostro aparezca una
sonrisilla a medias burlona, a medias algo peyo-
rativa. Y, sin embargo, ¡cómo describe los sentimientos de alguien despe-
chado, es tan agudo!: <<Es como un día sin pan, con la mente
enferma y una desolación que encoge el corazón…>> También me comentó que es cu-
rioso que tus amigos se tomen tan poco en serio
un sufrimiento para ti tan infinito e incurable, y aún
más curioso que tú tampoco parezcas querer sus consuelos de-
masiado, cuando a quienes más necesitas es a tus
amigos. ¿Por qué será que cuando estamos su-
midos en el martirio del desamor no le damos
tanta importancia a esa cuestión innombrable que
el fondo de nuestra conciencia sabe? ¿por qué no somos conscientes de que la
pasión amorosa es un invento malvado y cruel producido por
nuestra imaginación, una imagen perfecta de nuestra posible vida que nos marca
tanto, que ese dolor que nos afecta al no obtenerla, nos hace creer que la vida es
irreal? Claro, que todos los días son irreales sin la persona amada, al igual que
un enfermo imaginario, podría delirar, sumirse en la desesperación y aca-
bar matándose de verdad, al hundirse el barco y pade-
cer una embolia cerebral que le librase de la agonía que le to-
ca. Pero también los hipotérmicos sobreviven, como un despechado puede continuar viviendo después de que le hayan arrancado el corazón.

tinta

TINTA

Líquida, fluida, suavemente se desliza sobre el blanco papel, iniciando la creación de un nuevo universo, como una negra serpiente en la nevada llanura.
Oscuras gotas de oscuros pensamientos, cayendo, salpicando, manchando la nada de mentes manchadas por la imaginación, que ven más allá de la verdad.
Negro mar enjaulado, viscoso, sangre de plumas que trazan pensamientos derramados de su prisión de cristal.
Oscuros reflejos de luz opaca, profundas cascadas de sueños escritos, letras mudas narradoras de cuentos, sonidos en el silencioso correr de un bolígrafo.
Ríos de noche recorriendo mi pergamino, que crean dibujos imaginados por mi alma, que escriben el diario de una vida, las pesadillas de un niño, la firma en el contrato, la mancha que se extiende por la camisa, luz de luna reflejada en disuelta sombra.
La luz de unos encerrada en una mazmorra cristalina, transparente fortaleza de sombrío fluido, que despierta al descubrir ideas que mostrar y sueños que expresar, que como negra bestia recorre la blancura del folio, que es su tierra, penetrando en la hoja, uniendo letras y símbolos, números y trazos, una raya, un círculo, una coma , un salto.........y un punto.

martes, 27 de enero de 2009

Medio textos


Me he encontrado este texto de Rosa Montero cortado por la mitad. ¿Nos animamos a completarlo?

jueves, 22 de enero de 2009

Personajes: Bill & Hilary "Venganza"

Hola, como ayer no pude ir al taller (la universidad es una matanza colectiva multilearning) y ayer por la noche me dio por escribir antes la tentación de un tema tan sugerente, pues cuelgo la parida creativa que se me ocurrió jeje.



-Bill, he estado pensando seriamente, durante mucho tiempo, de una forma profunda y reflexiva y tengo el total convencimiento de que lo más justo para el país sería que yo me presentara para la presidencia.
-¡Pero Hilary! Yo ya pensaba presentarme, no puedes hacerme esto.
-Sí, sí, si mi “Clintoncillo” si yo lo entiendo todo. Pero escúchame tú un momento, escúchame tan atentamente como yo he pensado sobre este dilema “please”.
-Te escucho Hilary. “Very” atentamente.
-Pues veras, la realidad de todo este asunto es que tú… no es que no fueras a ser buen presiente, sino que… no ibas a ser más bueno que los demás.
-Oh, Hilary, ¡eres tan cruel!
-Calla, Bill, aguarda un momento. Piénsalo bien, no he dicho que seas tonto, ni un desequilibrado, un psicópata o un maleante, un vivalavirgen, un mangante de poca monta o un ¡republicano! No, solo he dicho que hay quién podría hacerlo mejor.
-¿Quién? ¿Tú?
-Evidentemente.
-Y ¿por qué? si puede saberse.
-No te he llamado “corto” aún pero puedo hacerlo… a ver Bill… ¡PUES PORQUE SOY UNA MUJER! ¿Qué más explicaciones quieres?
Y la señora Hilary Rodham Clinton abandonó el dormitorio marital, dejando a su marido, el supuesto futuro presidente de la nación de “Burgerlandia”, Bill (el sube faldas) Clinton, a.n.o.n.a.d.a.d.o.

Una semana después él mismo tipo, de pelillo entre blanco y negro y sonrisa VitalDent, se presentaba a presidente. Al mismo tiempo, en una casita muy mona y no precisamente blanca una mujer cuyo nombre empieza por H gritaba como una histérica y de haber tenido un hacha a mano se la habría clavado cerca del corazón a su marido.
-SERAAAAAAAAAÁ SERAAAAAAAAAAAAAAAAÁ SERAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAÁ UN PEDAZO DE CABR… *piiii* (puede haber niños presentes).
Una hora después el “maromo” de la susodicha regresaba a casa. Nada más entrar por la puerta de casa le recibió un tremendo zapatillazo que le fue asestado en medio de la “jeta” de chungo prototipo americano.
Él gritó “qué coño…” y entonces una maleta casi le aplasta, luego tuvo que esquivar un sofá y un piano, mientras no paraba de preguntarse qué demonios era lo que le tiraba todo aquello en plan “Hulk”. Entonces, apareció su esposa y gritó “¡¡¡maldito gañan de poca monta, traidor chapucerooooooo, te tiraría el resto de la casa si pudiera, pero las clases de fitness no me dan para más!!!” y continuó “no solo eres un chorizo que me mete somníferos para que no pueda ir a presentarme, sino que deja las huellas del delito en la cocina!” “Retiro lo que te dije la semana pasada, no solo NO eres bueno para “presi” sino que encima eres un ¡CAPUYO!”” (Los niños se han ido ya a dormir).

8 años después.
A LA ATENCIÓN DEL MISTER FUTURO EX PRESIDENT DE USA:
Hola “pixurri” como verás he tenido la boca (y lo que no es la boca) bien cerradito durante 8 años. He visto como nada cambiaba especialmente, pero al menos no la has cagado tanto como seguro lo va a hacer el imbécil de George en cuanto pise nuestra “White house” que seguro que se pone a jugar a las pistolitas en cuanto tenga un “free time” suelto.
La cuestión es que aún así, tú me has demostrado ser un calzonazos y un desleal imbécil, porque sinceramente “tirarte” a la Lewinski no te caracteriza como un hombre con mucha clase. No obstante hay una gran dicho que dice que las “mujeres nunca olvidan” así que si hoy te despiertas con los músculos entumecidos, y no sabes bien qué hora es, te digo que será demasiado tarde. Demasiado tarde porque George y Laura y la cámara de la CNN que les acompaña ya habrá entrado en nuestra “White house” y tú seguirás sin remedio tirado al lado del Wishky con somníferos que te tomaste anoche y la estampa será de lo más lúgubre… tú tirado cual “perrillo falderoso” con solamente unos calzoncillos patrióticos. Espero que te guste pasar así tu última noche en nuestra “white house” y si no te gusta, pues te jod… *piii* (los niños han vuelto).

Con todo el amor que se puede dar, es decir… poco: un saludito de tu querida esposa Hilary, futura presidenta de USA… unos añitos después de que seguramente un chico guapo y estiloso y bronceado me gane en las pre presidenciales y separe las aguas del atlántico cual profeta.

Pero siempre me quedaran los somníferos.

La dama y el vagabundo - fin de la historia (jeje)


-Grrrrrr ¡guau!
-(lamento y jadeo perruno) Guau
-¡¡Guaguaguaguaguau!!
Que en lenguaje perruno significa:
-
De dónde vienes
-Del trabajo cariño, del trabajo. de una reunión muy importante con unos clientes...
-Si claro, de una reunión con unas caniches de poca monta.
-(lamento perruno)
-
¡¡Guaguaguaguaguau!! - - No quiero
volver a verte, - - vete, a dormir a la calle, ¡¡¡AHORA!!!Nada de peros, Golfo, buenas noches
...
-Buenos días Damita
- No quiero saber nada de ti golfo mas que golfo
-Si me voy con otras es para buscar lo que tu no me das en casa
-¡¡¿Qué no te doy en casa que te dan las perras esas?!! - - Entonces ¿que es lo tu quieres?
-Solo que te intereses mas por nuestra relación
-¡¡¿Que me interese mas?!! - - Pero si siempre hacemos lo mismo. Golfo estoy harta de que me lleves a italianos, quiero ir a un japones.

miércoles, 21 de enero de 2009

Etiquetas

Hola!

Siento interrumpir así el colgar escritos, pero es que no sabía dónde ponerlo para que lo viéseis fácilmente... El caso, he habilitado el uso de etiquetas en el blog. Ahora no tiene mucho sentido, es fácil encontrarnos porque somos pocos, pero cuando llevemos más cosas colgadas será muy útil porque puedes buscar las cosas de determinada persona solo con un clic. También se pueden poner por temas, por fecha... Por lo que queráis. De momento yo lo he puesto así, pero cambiadlo como queráis.

Para poner etiquetas, supongo que ya lo sabéis, es simplemente poniendo vuestro nombre en la barrita de "Opciones de entrada". Si ya habéis colgado algo antes y está etiquetado, con poner la primera letra aparecen las etiquetas existentes (muy útil para que no aparezcan etiquetas diferentes para cada persona, en plan "Bea", "Beatriz", "Bea Velayos", etc....).Solo he etiquetado los escritos, no los anuncios ni nada de eso, pero ya digo que organizadlo como queráis, es solo una idea de tantas. Por cierto, los nombres que están repetidos les he puesto la primera letra del apellido, para diferenciar ^^

Sara, por cierto, mira en tu entrada que te digo por qué puede ser que se corten los renglones, ya me dirás... No he podido etiquetar tu "Quijote III" XD, cuando lo soluciones hazlo tú, ok?

Y nada más, a ver qué os parece =)

Jugando con el tiempo: Nacer para morir

Imaginad, existir por primera vez un segundo antes de morir... y después, vivir.

Aprender lo que es la vida cuando deberías pensar en dejarla, morir.

Aprender lo que es amar cuando ya deberías haber amado, sentido y soñado con encontrar a tu otra mitad.

Saber lo que es tener la vida por delante, cuando el resto comienza a sentir que no le quedan más oportunidades.

Dejar de aprender, cuando los demás comienzan a intentar entenderlo todo.

Ver la infancia como el final, cuando el resto del mundo la ve como el principio.

Y ver desparecer a quienes comparten tu vida mientras tú deberías nacer...


El hombre tenía las mejillas inusualmente tersas, el pelo corto y cobrizo y unos deslumbrantes ojos; debería tener 73 años pero solo eran 23 cuando la foto fue tomada. ¿Cómo de natural debió de ser su vida? existiendo en este mundo con su propio tiempo y contra el tiempo de los demás.

Muchas veces me pregunté cómo se sentiría brotando casi yermo al mundo y sabiendo que lo dejaría en un esplendor que solo había visto pero no vivido. Después de leer los versos de su última carta puedo hacerme una idea, un tanto inexacta, del hombré que aún amo. Pero se que la amargura que pueden exhalar esas palabras que cuentan su vida... no son él, no todo él. Marcelo pudo disfrutar de su madurez cuando su cuerpo era más ágil, cuando la experiencia de su vida ya le había permitido entender lo que otros llegan a vislumbrar ajados y secos; entónces pudo vivir una perfecta juventud.

La ironía de la ironía es que lo que a mis ojos siempre me pareció diferente, para él era natural. ¿Cómo es vivir al revés? sería como vivir del derecho si al fin y al cabo no se conoce otra cosa. Hay tantas maneras de vivir la vida que ésta no debería haberme parecido disntinta. Al fin y al cabo Marcelo recorrió el camino que le había tocado recorrer.

A mí, la vida, me va susurrando poco a poco que tengo que dejarla, morir ahora; y casi como un insulto se lo susurra también al bebe que tengo en mis brazos. Sonrosado, pequeño, de pelo cobrizo y ojos deslumbrantes. Y sin emabrgo esta muy quieto, no llora... tan solo me mira, me mira como si hicera años que nos conocemos... y así es.

"¿Cómo es morir cuando debería nacer?" se preguntó Marcelo mientras la miraba fijamente acurrucado en sus brazos. Sentía que su cuerpo se despedía, que a pesar de haber rejuvenecido y empequeñecido, había alcanzado el principio y final de la vida y su cuerpo perfecto y sonrosado le dejaría marchar a pesar de las apariencias.

"Y cómo es morir cuando debería nacer?" Marcelo ya sabía la respuesta...

Miró por última vez a la mujer mayor y cansada que le observaba sonriente y pensó finalmente que no podía saberlo, puesto que él moría cuando debía morir. Y mientras ella exhalaba su último suspiro, Marcelo lo hizo también: nació para morir y dejó de respirar.

martes, 20 de enero de 2009

El hilo del miércoles



Personajes
(21 enero 2009)
En la siguiente relación se incluyen parejas de personajes, reales o ficticios, que se han hecho famosos por diversos motivos. Nuestra misión es convertirlos en personajes de un relato, ya sea manteniendo las parejas o bien rompiéndolas para formar otras nuevas, sin necesidad de respetar épocas y lugares.

Aquí están:

Lauren Bacall/ Humphrey Bogart
Penélope / Ulises
Dulcinea / Don Quijote
Julieta / Romeo
Ana Botella / José Mari Aznar
Rosario / Popeye
Zenobia Camprubí / Juan Ramón Jiménez
Hillary Rodham / Bill Clinton
Eloísa / Abelardo
Leonor Izquierdo / Antonio Machado
La Dama / El Vagabundo

jueves, 15 de enero de 2009

Jugando con el Tiempo: eternamente cincuentón.

Mi nombre es Marcelo. Aparentemente, soy un hombre normal, medianamente atractivo, ni alto ni bajo, culto, curioso y emprendedor. Pero, ¡ay los peros!, solo soy aparentemente normal pues, aunque en mi carné de identidad pone que nací en 1986, la verdad es que cuando vine al mundo tenía ya 50 años. Sumen ustedes y ¡viola!, mi edad actual es 73 años. Voy a intentar explicarles este pequeños desbarajuste de aquí para atrás…


Bien, esta historia comienza…¡ya! Día 14 de enero del año 2009. Nublado y con altas probabilidades de lluvia. Edad, 73 años. Ustedes sin duda se creerán que soy un viejecito, más o menos de la misma apariencia que sus abuelos: sin apenas pelo –el restante sin duda blanquecino-, dentadura postiza y extremidades temblorosas que a veces me impiden guardar bien el equilibrio. ¡Pues no! ¿Me oyen? ¡NO! De la manera más rotunda. Yo estoy, por así decirlo en la flor de mi juventud. Bueno, puede que un poco pasado, pero no mucho. Mis dientes siguen en su sitio –por el momento-, puedo moverme perfectamente –de hecho soy un gran bailarín- y ¡tengo mucho pelo! Mío, por cierto.

La verdad es que mi médico está muy contento conmigo, siempre que voy a la consulta el muy idiota me dice: <<¡Don Marcelo! De verdad, ya me dirá usted cuál es su secreto porque cada año le veo igual. Es que parece que los años no le pasan factura a usted>>.


Ciertamente, mi médico es muy perspicaz, porque efectivamente, el tiempo sobre mí no tiene poder; soy auténticamente un ser libre de todo su influjo devastador y destructivo.

No conozco la decrepitud ni la vejez, y por mucho que el obcecado señor cronos intente dominarme, año tras año, cada 1 de enero, yo vuelvo a ganar la batalla. Así es, por mucho que las cifras intenten engañar, yo tengo 50 años, nací con 50 años y probablemente, si algún día he de morir (fenómeno acerca del cual aún estoy investigando) moriré con 50 años.


Hace 3 años, cunado cumplí los 70 -20 según mi DNI- mis sospechas se confirmaron:

-Marcelo, Marcelo –me decía la voz del espejo- ayer cuando te ví, ¡estabas igual que hoy ahora! ¿Es que no vas a tener la decencia de envejecer ni un poquito! –se le notaba un tanto contrariado-, ¡Me aburres! ¡Siempre igual! ¡Qué quieres? ¿Quitarme el sentido de mi vida, de mi existencia? Mi profesión es mostrar a cada ser humano cómo se va haciendo feo y pequeño por mucho dinero que se gaste en evitarlo. Dime, ¿para qué sirvo yo si tu aspecto nunca muda? ¿Acaso es éso lo que quieres?


Desde ese día no hemos vuelto a hablar. Al día siguiente lo vendí a una tienda de espejos y cristales porque me parecía que el espejo no era feliz conmigo. Y yo, desde luego, no pensaba hacer anda para volverme viejo, ¡Eso sería una estupidez monstruosa! ¡Mayúscula! ¡Impensable! Si yo alguna vez hubiera querido ser viejo esta historia nunca habría comenzado.


Pero no os creáis que todo son ventajas… no, no. Hay momentos de mi vida verdaderamente duras. Por ejemplo, cada vez que tengo que viajar en avión. Yo en cuanto puedo, me escapo de vacaciones y claro, ya sabéis todo el proceso cansino y pedante que se debe de llevar a cabo para esto. Pues imaginaos cada vez que me miran el DNI o el pasaporte y luego seguidamente, me miran a mi. Edad 19 años, aspecto 50. Es traumático. Más de una vez me han llevado a comisaría para preguntarme por qué había suplantado mi identidad, y también para inquirir cómo podía haber sido yo tan estúpido como para suplantar a alguien de 19 años con mis años. Figuraos qué plantel. Os aseguro que no fue anda fácil solventar esas situaciones, sin embargo afortunadamente, creo que ya me conocen en todos los aeropuertos que suelo frecuentar. Incluso me saludan:

-¡Qué tal chaval! ¿Cómo te va?

Son muy simpáticos.


Pues así con cada escena de papeleo o administración. Es un… aspecto de mi vida francamente molesto. Por lo demás mi existencia transcurre apaciblemente. Trabajo como crítico en el periódico El Mundo y también soy crítico de cine, y de arte, y de cocina y de… bueno ¿qué pasa? ¿Acaso es mi culpa si lo único que sé hacer en mi vida es criticar? Lo divertido es que algunos compañeros ya empiezan a comentar entre risas que a este paso les sobreviviré a todos. -¡já! Si supieran esos críos bobos ignorantes cuanta razón tienen no se reirían tanto-. Y aparte de mi trabajo, me considero una de esas personas que pueden hacer más o menos lo que les de la gana.


Pero ya os estaréis preguntando si esto es una gran broma y que donde está la gracia, porque claro, qué especie de neandertal se ha de ser como para creerse que yo, tengo 23 años, 73 años y 50 años a la vez. Pues ahora mismo os lo voy a explicar de forma que vuestros cerebros o lo entenderán, o se quedarán en estado de shock para el resto de vuestras perecederas vidas:


Corría el año 1986, 3 de marzo, yo tenía 50 años –menuda novedad-y sólo había nacido una vez. Sí, no habéis oído mal, sólo había nacido una vez. Ese día era mi cumpleaños y en la tarta había nada menos que cincuenta velitas rojas esqueléticas, llameando y propagando a los siete vientos esa espantosa cifra. Admito, que no estaba preparado. Me aterraba hacerme viejo; aquél número fatídico sólo señalaba el comienzo del fin, a partir de ahí solo quince años hasta la jubilación, ¿Y después qué? Yo oía todo lo que decía la tele, el periódico, la radio, la gente por la calle: <<>> y millones de cosas parecidas. ¡Yo no quería ser así! Dios mío, debo reconocer que a este servidor le entró un poco de pánico.


Si al menos hubiese tenido hijos… se supone que ellos tienen el deber moral de cuidar a uno cuando… ¡no quiero ni mencionarlo! El caso es que no tenía hijos, ni nadie parecido que pudiera llegar a ocuparse de mí. ¿Mis padres? Ya estaban en una magnífica residencia de cinco estrellas a sus ochenta años, y bastante felices sin mí. ¡Pero por favor! ¡Yo no aspiraba a eso! Esa vida sedentaria y pasiva no estaba hecha para mí. Como loco, me puse a buscar soluciones al problema nada más encontrarme a solas.


Durante toda la noche estuve pensando, leyendo en libros, en páginas webs, incluso estuve tentado de llamar al tarot de la televisión para ver si me podía dar una respuesta.

Pero encontré algo, y lo encontré yo solito. Ahí, en el fondo de uno de mis baúles repletos de tesoros de otros mundos, se encontraba un objeto que había traído de uno de mis viajes a Oriente. En una ciudad cercana a Damasco, no recuerdo cuál –los nombres allí se parecen todos mucho- le compré a un mercader ambulante una lámpara, exactamente igual a la de Aladdino; preciosa, toda una reliquia. El muy zángano quería que le diera mi reloj Rolex bañado en oro, pero yo no soy tonto y al final se lo conseguí cambiar por lo que sería el equivalente a 100€ en metálico. El tipo me había dicho algo acerca de la lámpara en su inglés de acento árabe cerrado que, sumado mi oído cerrado, se convirtió en una serie de incoherencias y estupideces banales.


Saqué la lámpara llena de polvo del baúl y, cerrando los ojos, concentrándome, buscando algo en mi interior, la froté. Nada. La froté otra vez. Nada. La froté siete veces. Fui a la cocina y mojando un paño en agua la volví a frotar. Cogí el líquido abrillantador que se utiliza para sacar brillo a los objetos de plata y la froté. Le di con alcohol, con antioxidante, la limpié y la limpié hasta que quedó limpia y reluciente como el Tesoro de la Corona Británica. Nada. Al maldito genio de las narices no le daba la gana de salir. Me enfadé, me enfadé mucho, muchísimo, y tiré la mil veces maldita lámpara contra la pared. ¡Ajá! ¡Entonces sí que salió el genio! Yo sin duda, estaba contentísimo, como ustedes pueden entender, de que mi maravilloso presentimiento se hubiera materializado en un todopoderoso genio verde con pelo morado, quien por supuesto, habría de concederme todos mis deseos. Desgraciadamente, no fue todo como yo me había imaginado.


El genio estaba un poquitín molesto y me dijo de malas maneras y de malos modos que lo de los tres deseos era moda de hacía miles de años, y que eso ya no se llevaba entre los genios. Así que sólo me concedería un deseo. Yo no me lo pensé mucho –ahora me arrepiento de no haber hecho trabajar más a mis neuronas en ese momento.

-¡Quiero volver a nacer!

-Así se hará, por Alá.


Y...después de unos cuantos fuegos artificiales que chamuscaron mi casa y unas cuantas palabras que sonaron bastante diabólicas… ¡cha-ta-ta-chán! ¡Volvía a nacer! O eso pensaba yo… no sé, desde luego, qué entendió el hijo de su madre genio por “volver a nacer”, aunque quizás aún seguía molesto por ese asunto del golpe brutal contra la pared. El caso es que fruto de ese pequeño “error”, ahora estoy así.


A la mañana siguiente amanecí en el hospital en la sección de <> -las enfermeras me miraban un poco raro- pero seguía teniendo mis cincuenta años. En ese momento me puse a maldecir utilizando toda la riqueza de palabrotas y palabras malsonantes de las que dispone nuestro español. Creo que fue ahí cuando me echaron del hospital.


Desde entonces todo ha seguido así. Cincuenta, cincuenta, cincuenta… Bueno, todo excepto la lámpara, que me llevé hasta un volcán activo en Colombia y que lancé a su interior con mucha satisfacción y regocijo por mi parte. ¡Jódete genio!

miércoles, 14 de enero de 2009

Escrito de Bea Velayos: Jugando con el tiempo.


Mi nombre es Marcelo. Aparentemente, soy un hombre normal, medianamente atractivo, ni alto ni bajo, culto, curioso y emprendedor. Pero, ¡ay los peros!, solo soy aparentemente normal pues, aunque en mi carné de identidad pone que nací en 1986, la verdad es que cuando vine al mundo tenía ya 50 años. Sumen ustedes y ¡voilá!, mi edad actual es 73 años. Voy a intentar explicarles este pequeño desbarajuste de aquí para atrás... O de atrás para aquí. La verdad, da igual. Pasado, presente y futuro tienen ahora poco significado para mí, que sé lo que sé. Pocas cosas tienen significado desde hace veintitrés años, de hecho, por eso intento explicar este pequeño (¡ja! Menudo eufemismo...) desbarajuste, al mundo y a mí mismo. Quizá, con un poco de suerte, pueda entender por fin el sentido de esta enorme noria que es la existencia...

¿Conoces la teoría indhuísta de la rueda de la reencarnación? Es fácil. Si te mueres, y has sido malo, vuelves a nacer en una casta más baja. Si te mueres y vuelves a nacer, habiendo sido bueno todo el rato, las suficientes veces, vas al cielo. Pues bien, yo fui malo. Muy malo. Me pasé cincuenta año sde mi vida siendo malo. Tenía un hermano gemelo al que, decía mi bendita madre, ya hacía la vida imposible en el útero, y al que seguí amargando la existencia hasta que se emancipó con dieciséis años recién cumplidos. Pegaba a los niños en la guardería, les quitaba los juguetes, la paga y el bocata del recreo en el colegio y les pasaba droga a los más pequeños en el instituto. Era una joyita.

Siempre había sido una persona que se hacía notar. Alto, ancho de hombros, atractivo y con una mirada que encandilaba a las mujeres y amedrentaba a los hombres. Creía que el mundo estaba ahí para ser mío, y lo cogía cuando y como quería. Si me encaprichaba de una chica, la tenía. Si se me antojaba un coche, lo conseguía. Si me apetecía robar, fumar, beber, pelear... Lo hacía.

Tras doctorarme en empresariales, cómo no con unas notas magníficas -y compradas-, entre a fomrar parte de la plantilla de la empresa de mi padre. Éste fue ascendiéndome todo lo rápido que pudo, mientras yo me deshacía de las malas miradas y las murmuraciones de "Enchufado" a base de amenazas y violencia desmedida. Cuando mi padre murió, yo quedé a cargo de una empresa líder en su sector, con dos proyectos para comprar empresas más pequeñas en mis manos y el mundo a mis pies. Era guapo, era joven y era rico. No se podía pedir más.

Y mientras yo me dedicaba a cumplir mi sueño (vivir como un rajá trabajando... Pues eso, como un rajá), mi hermano era despedido de un trabajo tras otro, vivía en pisillos tamaño caja de pantuflas (ni siquiera de zapatos) y luchaba para sacar adelanta a su mujer y a sus gemelos. Vino a pedirme ayuda varias veces, pero yo, fiel a mi carácter, lo aparté de mi vista como se quitaría a un mosquito aplastado contra el parabrisas: accionando el limpiaparabrisas (también llamado guardaespaldas de lujo).

Mi hermano acabó en la cárcel tras tratar de robar antibióticos para uno de los gemelos, enfermo de pulmonía. El niño murió un mes antes que yo. Mi Jaguar se estrelló contra un muro el día de mi cumpleaños, cuando volvía a casa borracho como una cuba tras la fiesta de rigor. Lo último que vi antes de saltar en pedazos fue la pared de ladrillos, y una pintada: "MUERETE, CABRON!!"

Lo primero que vi fue la mascarilla verde de un médico del hospital público más cochambroso de la ciudad. Había muerto siendo un rico y exitoso hombre de negocios de cincuenta años, y había vuelto a nacer como un crío flacucho abandonado por su madre -alguna adolescente conflictiva, supuse después- al minuto de nacer. Desde entonces he estado dando tumbos por más de veinte casas de acogida distintas, tratando de olvidar mi pasado, mi futuro y mi presente, que no dejan de ser lo mismo. Soy una mala persona, lo sé, y por eso estoy aquí otra vez. Pero, como si no fuera suficiente castigo dejar que un chico de veintitrés años recuerde su vida anterior como adulto, trabajo en lo que debe ser lo más parecido al infierno en la tierra...

- Dos BigMac, refresco gigante y patatas deluxe... Son 9€, siguiente...

martes, 13 de enero de 2009

Jugando con el tiempo

“De aquí para atrás”
(14 enero 2009)

Mi nombre es Marcelo. Aparentemente, soy un hombre normal, medianamente atractivo, ni alto ni bajo, culto, curioso y emprendedor. Pero, ¡ay los peros!, solo soy aparentemente normal pues, aunque en mi carné de identidad pone que nací en 1986, la verdad es que cuando vine al mundo tenía ya 50 años. Sumen ustedes y ¡voilá!, mi edad actual es 73 años. Voy a intentar explicarles este pequeño desbarajuste de aquí para atrás…

(Continuará… como quiera cada uno. Manos a la obra)

viernes, 9 de enero de 2009

Ánimos renovados


Feliz año 2009 a todos, a los que ya he visto y felicitado y a los que no me he encontrado aún por los pasillos. El miércoles 14 de enero reanudamos nuestros encuentros, así que, a remover la imaginación y engrasar la pluma de aquí a entonces, señores escritores. Incluyo en la entrada una foto de la maravillosa isla en la que he estado, Madeira. Hasta el miércoles, pues.