domingo, 1 de mayo de 2011

Es tan inmenso el vacío.

Sé que a veces se ha preguntado cómo sería su vida si fuera diferente.

Pequeños pedacitos de cambio que dan la vuelta al camino, y así, sin darnos cuenta estamos recorriendo el techo de nuestra vida.

Y ya no hay vértigo. El cielo es el suelo.

Pero su vida no podía cambiar ¿O sí?

La veía pensar, seguramente imaginando qué podría decirme para cambiar las cosas. Preguntándose si, acaso, podría cambiarlas. Si un amor puede sustituirse por otro. Si una mujer puede sustituir a otra a los ojos de un hombre que amaba a la original. ¿Serían todas ellas originales alguna vez? ¿Sabía ella como amaba yo? ¿A quien quería?

¿O creía creer que lo sabía? Es tan amplio el espacio que separa a las personas…

Sus ojos recorrían en silencio el mundo y sus aparentemente infinitas posibilidades. En la mente todo es posible, las paredes son más fáciles de demoler, de correr, de saltar. Nunca hay un muro demasiado alto, sólo, quizá, el que nosotros mismos hemos construido en ese reino tan lejano que es nuestra imaginación. ¿Son nuestros mundos fortalezas impenetrables?

Sentí que ella soñaba con diálogos que nunca llegarían a pronunciarse, y esas palabras perdidas son las que más daño hacen. El infinito preguntarse qué habría pasado sí… y la autoritaria conciencia esgrimiendo que nada cambia, que no hay acción que valga la pena ante un caso perdido.

Yo la veía retorcerse y temía que un día se rompiera. Aún así, sabía que la vería craquelarse y caer. Él nunca iba a quererla, y ella lo sabía. Son esas certezas las que nos limitan, las que levantan nuestras fronteras. Es tan inmenso el vacío que separa a algunas personas de otras. Tan inmenso y tan irreductible. Pero lo saben, aunque tengan miedo, saben de esas esquinas que pueden torcerse y de aquellos cambios que jamás harán que nuestros pies vuelen. El suelo siempre estará bajo ellos. Y arriba, el cielo.

3 comentarios:

Daniel Rosselló Rubio dijo...

Bonito:)

me encantan los microrrelatos

Pura dijo...

Bien esa tercera persona. te permite decir muchas más cosas, ¿o no?.

Sara dijo...

Me he quedado con la frase de: es tan amplio el espacio que separa a las personas... La repites de distinta forma a lo largo del escrito y la enfatizas con distintos recursos, ¿y sabes lo que te digo? ¡Que es demoledora!Me siento como cuando era pequeña y lo típico que quieres, no sé, pon lo que quieras, llegar al estante más alto de la cocina para coger el tarro de caramelos. Y claro, no puedes. No sólo no puedes sino que además es imposible. Trauma, trauma. Suena así, a las grandes verdades crudas como una hoja afilada que te atraviesan porque hasta tú mismo te das cuenta de que efectivamente, así es. Y no puede ser de otra forma.
Es un relato muy "abstracto" a mi modo de ver (espero no ofender a nadie), por la inexactitud de quién habla, de sobre quién habla, donde están... yo lo he sentido como una especie de limbo suspendido sobre el mundo "real" (si ya sé que estoy fatal de la cabeza, pero qué quieres, estoy aburrida y me he tomado tres cafés) y una voz omnisapiente que lo contemplase todo y fuese diciendo esas cosas tan....puf, ¿terribles? ¿ciertas? Yo creo que todos pensamos así en nuestro interior ¿no? no siempre pero... a veces.
Un raudal de pensamientos y emociones metamorfoseado en tinta.
Ya me callo!