miércoles, 19 de diciembre de 2012

El descubrimiento de la bombilla.


El mundo anda medio vacío,
Todo marcha a la deriva.
Desacompasado y tuerto
Nadando a contracorriente.

 
Mi cuerpo está varado.
 
Y qué hago ahora
Si el mundo vaga sin sentido

Y yo meditabundo me ahogo.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Cuento de Navidad

 
En este cuadro del pintor Millais se representa una escena clave, que tradicionalmente se repite en muchos hogares durante estas fechas señaladas: la familia contando y compartiendo historias, relatos, anécdotas, cuentos... en Navidad.
 
Por ello, para el último encuentro del Taller antes de las vacaciones, esperamos que vengais todos a celebrar nuestro miércoles navideño armados de tinta y papel. ¡Os esperamos!

¡Feliz Navidad!

jueves, 13 de diciembre de 2012

Preguntas de un corazón inocente

¿Qué es el mañana sin vida?
¿Qué es la luna sin sol?
¿Qué es la pasión sin control?
¿Qué es el amor sin compasión?
¿Qué es la muerte sin vida?
¿Qué es una playa sin olas?
¿Qué es lo oscuro o lo bello?
¿Qué es el orgullo sin ironía?
¿Qué son las flores sin colores?
¿Qué es el cofre donde duerme tu sonrisa?
¿Qué es un sueño sin compartir?
¿Qué es un libro sin portada?
¿Qué es la voz sin argumentos?
¿Qué es una vida sin corazón?
¿Qué es lo que yo siento?
¿Qué es eso que que me cuentan mis hechos?
¿Qué es morir por tus besos?
¿Qué es sentir el calor de tus brazos en el universo?
¿Qué es esta sensación de placer al comprender que no hay vida sin tu amor?

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Sorpresa

 
¡Tachán, tachán!
Para saber lo que vamos a hacer hoy en el Taller
habrá que asistir, porque...
¡es sorpresa!
Así que os esperamos a cuantos más mejor
(y lo más puntualmente posible ¿eh?).
 
Besitos varios.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Costumbres: ¡A cenaaar!

-Ya está la cena lista. -Pues que os aproveche. -¿No vas a cenar? -No. -¿Te encuentras mal? ¿Quieres que te prepare algo? -No, déjame solo, que tengo mucho trabajo. -Al menos podrías hacer un descanso y tomar algo. -No tengo hambre. -¿Pero como no vas a tener hambre, tendrás que comer algo? -No quiero nada ¿Cómo te lo tengo que decir? El niño llega caminando por la alfombra. -¿Esta ya la cena? -Si hijo vete sentando a la mesa que ahora vamos tu padre y yo. -Yo no voy a cenar, no tengo ganas. -Pero papá, si no comes te morirás. -Ves hasta el niño te lo está pidiendo. -No me voy a morir por no cenar un día, hijo, no te preocupes. -Vamos, los dos a la mesa. -Si papá no cena yo tampoco. -¿Como no vas a cenar? Tienes que alimentarte para crecer, y tú ¿Ves que ejemplo le das al niño? -Papá y yo estamos en huelga de hambre y no vamos a cenar. -Pero la huelga la haces para defender unas ideas, y no porque te de la gana. -Venga mujer, cena tu y déjale hacer lo que quiera. -¡No puede hacer cualquier cosa! Necesita comer, y debe hacerlo. -No quiero ¡Huelga, huelga, y huelga! -¿Basta ya! Los dos a cenar. -¡Que no! - grita el niño. -Yo tengo trabajo que hacer - añade el padre. -¡Pues ahí os quedáis, ojalá os muráis de hambre! La madre se va, corriendo, lentamente el hijo vuelve a su cuarto, y el padre se queda trabajando. La madre se sienta sola en la cocina, mira la mesa puesta con la cena preparada y rompe a llorar, trata de secarse las lágrimas pero no puede, son demasiadas. Silenciosamente se le va acercando el gato, se sube a su pie y se estira hasta apoyar las patas delanteras en la rodilla y recostar allí su cabeza. Maúlla hambriento. -Tú si tienes hambre ¿Verdad pequeño? No te preocupes, te voy a dar un festín. Los dos se ponen a cenar, solos, en silencio, cada uno de su plato.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Si habla escucho el mar


La vida está alrededor
pero hablándome al oído está
Melancolía.
Su voz es dulce como el desayuno
de hace diez años y amarga
como el primer llanto consciente.
Me canta al oído, me toca con
sus manos de cristal que a la vez
arañan y acarician.

Melancolía me abraza,
me infunde el temor,
me obliga
a enamorarme de mis recuerdos
y  que ellos me partan el corazón.


Melancolía nunca te marchas
siempre me besas en la boca,
tu carmín escuece y
se extraña  
como la decisión
que nunca tomé. 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Costumbres

 
Este miércoles el taller va de "costumbres". Y por ello, vamos abriendo boca adentrándonos en un entrañable pueblo de la campiña inglesa y sus curiosidades:

Capítulo 1 - Nuestra Sociedad:

"En primer lugar, Cranford está en posesión de las "Amazonas": todos los propietarios de casas por encima de cierta renta son mujeres. Si una pareja casada viene al pueblo a instalarse, de alguna forma el caballero desaparece; o bien se asusta terriblemente al ser el único hombre en las veladas de Cranford, o bien es requerido por su regimiento, su barco o ciertamente se encuentra muy atareado en cuestiones de negocios en la cercana y gran vecindad comercial de Drumble, a tan sólo dos millas de distancia en tren [...]"

Cranford -  Elizabeth Gaskell (1810-1865)


El resto de los textos costumbristas, mañana en el taller :)

martes, 27 de noviembre de 2012

Estados de ánimo

 

Este miércoles nos alejamos de géneros y estilos narrativos misteriosos para volver al núcleo de todo este asunto. Escribir lo que sentimos. El azar nos llevará hasta un estado de ánimo sobre el que escribir libremente y… ¡que surja todo lo que llevamos dentro!

domingo, 25 de noviembre de 2012

Flores de azufre


Aparecen nubes de color verde que sonríen azufre.
Los niños chapotean en los charcos, felices, mientras sus carnes se consumen.
La flor de alhelí se abre ante la lluvia, y entregada, muere.
Invictos, los caballeros dejan que sus armaduras se derritan en acerada saliva sobre sus ropas finas.
Sale de su laguna la muerte y tiende la mano al cielo, mientras por entre sus dedos de sombra se desliza la lluvia de ácido.
La tierra, corroída, llora flores marchitas.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Simbolismo: Un dia de la semana

La escalera de mi casa estaba recubierta de algo parecido a arena o serrín por lo que no me queda más remedio que subir a la copa del árbol trepando por las ramas. Cuando llegue a mi hogar me di cuenta que llevaba mucho rato sin escuchar el sonido de los mineros golpeando la piedra con sus picos, añoraba ese sonido por lo que bajé la persiana y mire por la ventana buscando algo en la rama de un árbol que no encontraría. Lo que si vi en mi viaje astral fue una niña llevando ella sola un tándem, algo en su cara me llamó tanto la atención que me puse a retratar su rostro en la pizarra. El vacío inundo mi cabeza, no era capaz de verla ni por un instante, en la pizarra solo garabatee runas aleatorias. Las velas se encendieron como por arte de magia, puse una en cada punta de la estrella y me senté en el centro. Esperé a que la mano gigantesca apareciera, pero en lugar de salir este monstruo del armario llegó a mis oídos un sonajero de monedas. Me levanté y me acerqué al pasillo, el sonido aumentó, comencé a recorrer el pasillo. Cuando me encontré a un hombre trajeado, me parece que alguien me preguntó si aquel hombre iba elegante lo cual me desconcertó. El hombre con su maletín pasaron a mi lado con un tintineo de monedas. Me giré y cuál fue mi asombro al ver que se le caían billetes al andar, lo cual me hizo reír. Traté de seguirle pero se derramo una copa de champagne sobre mi cabeza, me sentí borracho y mareado de alguna música repetida. Un perro se acercó a mí y me lamió las botas. - Hola perrito ¿Qué tal estás? - Pues no muy bien, estoy teniendo problemas con mi mujer y creo que la voy a dejar. - Que pena ¿Y qué problemas tienes? -Creo que me pone los cuernos, así que me voy a liar con esa gata que lleva toda la noche poniéndome ojitos. -¿Pero tú no quieres a tu novia? -Sí, mucho, es ella la que no me quiere. -Ten cuidado y no te ahogues en la bebida. -Ya, como ahora hacen esas jarras de cerveza tan profundas hay que andarse con ojo. Bueno, me lo voy a montar con esa chica, encantado de verte. -¡Adiós! Le vi acercarse a la barra y pedir otro chupito. Yo salí de aquella calle y me olvidé de mi amigo. Las luces aún estaban puestas por lo que subí hasta la plaza. Quise rodar pero me choqué con las paredes por lo que me di cuenta de que era muy tarde. Salté de aquel árbol que ya no tenía lianas y me escapé de casa. Duermo, y dejo pasar el día. Amanece una nueva noche. Después de comer decido que quiero llegar al Sol, sé que es una tarea larga, que tendré que viajar mucho, pero estoy decidido. Bajo al puerto y busco un barco que me pueda acercar al fuego, la mayoría están embrujados, pero hay uno de color plateado que está dispuesto a llevarme. El capitán Gangplanck se limpia el escorbuto y pone rumbo en seguida. Durante el viaje pienso y reflexiono, debo peregrinar como un asceta grandes distancias, debo concentrarme y olvidarlo todo. Entonces entiendo porque los monjes se cortan el pelo. Mientras medito estas cosas el barco se mece entre nubes de espuma. Cuando me parece estar a punto de llegar el capitán nos detiene. -A partir de aquí deberás continuar a pie. Estaba claro que me iban a dejar tirado. Tras andar un rato encuentro la escalera, limpia e impoluta. Subo a mi casa.

Ejercicio



Arranco las notas musicales, el rugido gutural que retumba en la caverna. Es color amarillo llameante y escarlata y azul. Es azufre. Mis ojos ven oscuro y los rostros se muerden los labios para no decir más maullidos. Se creen libélulas y aletean sus desdichas crujiendo con cada crepitar de la hoguera. Mis manos no son tales y el vendaval de hojas me entierra. Este oleaje me devora, los barcos se anclan en tu lengua, así navego.

Disparo a las almas, me escondo en las grietas. Entre tus costillas me llega el rocío matinal, llama a mi puerta el caos de no ser más. De no ser hoy y de no ser mañana. Mis manos se grapan a la línea que te dibuja. Mueren los trenes y los susurros al arder rozando la tela que te viste. No hay hueco para respirar, enloquezco en visiones borrosas que no te recomponen. Hay jaurías de perros que aun me buscan y las nubes ya no me sostienen.

Debajo de la piel mantengo chirriante nicotina y sedosa absenta atada. Dejo escapar los globos y el color y salto de adoquín en adoquín burlándome de la madera. Hoy todo está en calma y aun así me siento como la ceniza. Abro las ventanas  y araño el sol hasta que desangra chispas. Caen los ruidos sobre mí como si fuesen lluvia. Todo tiene un matiz gris azul como de llanto. La noche es una sábana que me clava a tu balcón. Son sonidos atronadores y dramáticos cambios de sentido. Tigres sin dientes y la estela taquicárdica de mi prosa despedazando al verso.

Es la prisión que nos congrega, es el santuario que nos recuerda que somos motas de polvo en una enredada tormenta tropical. Tu sonrisa es una pecera de tiburones y no hubo más dolor que tu portazo derrumbando por décadas dentro de mí.

No respiro la tormenta ni desisto. Me apuntan las balas de cañón y el espejo se burla. La tinta se transforma en medusas. No hay justicia ni balanza debajo de tu maquillaje. Me clavan las agujas los ojos y en los pulmones guardo los dibujos de animales que realizó el humo blanco. Apago las estrellas con los dedos y regreso al fondo del océano donde aun guardo las ideas, llenas de algas y de conchas. Ya no me alcanza tu red, ni tu piel, ni las palabras. Mi corazón es arrastrado por caballos y el camino es pedregoso. No hay suspiro ni reloj ni batalla dulce. No hay milagro fuera de tus dominios. Intento no hacer ruido andando por teclas de piano. Se despierta el gato y me mira de reojo pero él prefiere la luna. Se produce el terremoto y en la huida el mensaje se pierde. Hay cien amapolas, un recuerdo, una bala. Hay un escondite y un juego y la altura de caer en tus pupilas y tragar agua. Hay pirañas en las bocas y hay amor parecido al láudano.  Hay una rosa roja muriéndose de risa y el monstruo que vive en el desván no se duerme hasta que leo en voz alta pero lo que quiero es leerte a ti en braille. 

No hay demasiada luz y la que hay tintinea, escondo algo en una pequeña caja y la promesa de que esta maldición no se contagia. Las mañanas las paso de resaca por no beber lo que quería y pájaros azules han salido de las puntas de los dedos y han traído el relámpago, el eco violeta y la ensoñación constante. Cierro los ojos de nuevo pero ya no hay forma de acercarte. Vuelvo a sufrir el infarto de despertar errante y sin tu aroma reptando por las paredes.  La explosión interna del desayuno frío y la tos seca. Me engancho a las patas de las palomas y me marcho de aquí. Constante búsqueda del secreto y de la jungla, del hambre de granizo y sed de corriente eléctrica.

El bolígrafo pierde el sentido cuando te escribo y a trompicones, a veces, consigo que el papel no se marchite y te lleguen mis palabras. El mundo me mutila un poco y en la ciudad no hay jazz pero si lágrimas solidas como ámbar deslizándose por mejillas de hormigón y ladrillo.

No me quiero aquí rodeado de cables y pesadillas. No te quiero aquí que la asfixia comienza por la visión de este soleado paisaje de jaulas. No quiero los colores del semáforo, el aire metálico, el aroma artificial. Me recluyo y duermo esperando despertar envuelto en el ruido  de tu televisor y tu sofá naranja.

lunes, 19 de noviembre de 2012

¡Simbolismo... francés!



No decimos más...
si quereis resolver el misterio: ¡nos vemos este miércoles en el taller!


Ya pasado el miércoles en cuestión, descubrimos que, en efecto, no nos referíamos a simbolos extraterrestres ni a runas, sino a una metáfora visual del "Simbolismo Francés*" una corriente literaria nacida en Francia hacia finales del siglo XIX.  En  "pocas" palabras es: infierno, colores, misterio, sinestesia, ensueño, fantasía, burguesía, poeta maldito, decadencia, visión, don, caos, poema en prosa, iluminación, muerte, verso libre, tragedia, individualidad, decrepitud, misticismo, autodestrucción, hermetismo, genio, vagabundear, desorientación de los sentidos, búsqueda del arte en el mal, música…

 

viernes, 16 de noviembre de 2012

Nunca confíes en una sombra...

Una gran oscuridad...voces..., unas más fuertes que otras, pero todas en algún momento se apagan. Triste intento abrir los ojos, pero no tengo fuerzas para contemplar fuera de mi cuerpo...no tengo recuerdos. No recuerdo quien o que soy. Lo único que sé con seguridad, es que no soy normal...muchas veces...no sé por que pero...tengo unos momentos en los que mi alma se comunica conmigo...pero creo que es más que eso. La razón...ni siquiera sé el porque, solo que mi nacimiento tuvo algo que ver con esto.

Voces...que se escuchan, pero que nunca dicen nada que pueda entender.

(Volviendo a mi estado actual)

Una vez más esa voz me llama hacia dentro, pero no sé exactamente hacia donde, pero estoy segura de que me guía hacia dentro, más y más fondo...a mi alrededor todo está oscuro, al pasar, todo se acerca a mí, lo oscuro me habla, y yo pienso en retroceder, pero no puedo. Lo oscuro me rodea, una extraña sensación de estar a gusto en ese lugar...una imagen se me viene a la cabeza...una mujer de oscura melena y ojos entre marrones y rojos, me dedica una gran sonrisa...poco a poco desaparece.

Al fin llego a un sitio en concreto, pero sigo rodeada de oscuridad, tan gris oscura, pero no llega a ser negra... Un camino se abre entre lo gris y sin pensar doy un paso, otro paso, y al final en el horizonte se distingue una sombra en medio del camino, parece que al verme algo le a pasado, no está solo, junto a él, otras tres sombras...mis ojos no consiguen distinguir nada...pero al fijarme caigo en que las  sombras que me rodean, me están de alguna forma escoltando hacia esas otras, que parecen esperarme...cada vez me acerco más a esas sombras, y van haciéndose más claras cuanto más cerca están de mí...

Un paso, otro, otro, solo nos separan unos pocos metros, mi corazón se acelera, y mis ojos los enfocan, los distinguen, y los reconocen, pero igualmente, aunque les conozca no consigo nada más, solo veo una gran mancha en  mi mente...

Al mirarles, no sé que hacer, solo sé que nunca los había visto, y sin tiempo a poder hablar,  tres de esas sombras se arrodillaron ante mí, la cuarta, hizo una leve inclinación y dijo:

- Mi señora, al fin la encontramos.

¿ Su señora? No sabía exactamente que decir así que dí un paso atrás. La sombra se percató de ello y volvió a decir:

- Siento que no sepa nada mi pequeña señora, es normal, pero yo la ayudaré a recordarlo todo si me deja.

Por un momento dudé, pero estaba tan perdida, y ya que esa persona me conocía, intentaría que me ayudara a recordar. Todo para mí era desconocido. Pero igualmente dije:

- Quiero que me ayudes a recordar.

Este sonrió por así decirlo y me extendió la mano, tras ello, unas imágenes me inundaron, yo era importante, de los malos y señora de las sombras... Esa mujer era mi cuidadora de pequeña, pues no podía ver a mi padre por su trabajo, mi madre murió cuando yo nací, y mi padre me designó a esa señora por mi seguridad, pero alguien me traicionó y acabé encerrada en un contendor en mi propia sombra, pero mis fieles sirvientes me habían venido a buscar por fin...

martes, 13 de noviembre de 2012

Huelga

¡Hola querid@s!
 
Como bien sabeis, mañana miércoles 14 de noviembre, hay programada una Huelga de caracter general.
 
El Taller seguirá abierto al público que quiera asistir :) ya que lo entendemos como una actividad lúdica que nada tiene que ver con la labor de estudiante o de trabajador. En cualquier caso, respetamos y entendemos perfectamente si alguno de vosotros no quiere/puede asistir.
 
En tal caso, porfi, comunicarnoslo a Sara o a mí, o poned un comentario a este post.
 
Besos para todos!

viernes, 9 de noviembre de 2012

Búsqueda

 


La oscuridad es un lugar al que nadie quiere acercarse, y que el resto busca para poder esconderse. Cobijarse de un mundo donde hay demasiada gente… y resulta difícil encontrarse. Y es que a veces sentimos que las calles que transitamos no nos llevarán a ninguna parte, pero aún así necesitamos seguir caminando. Porque quizá, si nos paramos, nunca volveremos a movernos. Y queremos seguir adelante, buscando siempre entre las sombras… Porque la luz es difícil de encontrar, aunque necesitemos que nos guie desesperadamente. Encontrar a una persona que nos mire y confíe en nosotros, que nos coja de la mano y trace un mapa en nuestra palma con las yemas de sus dedos. Yo te encontré a ti, y luego te perdí. Me solté y el bullicio me engulló. ¿Qué puedo hacer ahora?
Las luces me llevarán a casa, ¿decías?
Yo no sé donde estoy, por donde transito. Pero quiero llegar, ¡ansío llegar! hasta donde tú dijiste, hasta el lugar que tú me dibujaste sobre la piel… Por eso me interno en la noche y la temo, pero también la necesito. Las estrellas sólo se ven en el cielo cuando la luna brilla. Desde el cristal de mi ventana miro la ciudad en llamas, todas esas bombillas, titilando como velas, como motas de fuego en un mar de cemento y metrópoli. La noche me recoge, me asusta, pero también me parece un lienzo. Si en ella camino, en ella me pierdo y cuando regreso, los escalones de mi casa no se han marchado. Sólo una parte de mi se fue lejos y así de lejos estás tú. Quizá si todo se combina… mis pies cadentes, hacia delante, un fulgor, en la nada, en la oscuridad como un faro en el borde de un acantilado; y tu voz, guiándome hasta donde te has marchado. Así… quizá, sólo quizá, no pueda volver a perderme.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Alegra esa cara



(Habitación de una casa. Dos personas: madre anciana y su hijo rondando los cuarenta)

Madre: ¿Dónde has estado desde el jueves?
Hijo: En el campo.
Madre: ¿Qué es lo que haces allí?
Hijo: Cuando uno está en la ciudad, se divierte. Cuando uno está en el campo, distrae a otra gente. Es extremadamente aburrido.
Madre: Y ahora, ¿te marchas?
H: Sí.
Md: ¿Al campo?
H: A dar un paseo.

(Cambio de escena. Un bar, el hijo sentado en la barra, a su lado, una mujer bien vestida que desentona con el lugar. Habla la mujer.)

Mujer: ¡Eh! Alegra esa cara.
H: No puedo, soy un hombre constantemente enfadado, pero me sé controlar.
Mujer: La vida es muy corta para estar enfadado.
H: La vida es muy corta para no estarlo.
M: ¿Enfadado con qué?
H: Con todo.
M: ¿Conmigo?
H: Puede ser.
M: Pero soy una desconocida.
H: En realidad todos somos unos desconocidos. Incluso para nuestros conocidos.
M: ¿Quieres qué te cuente algo?
H: Quiero beberme la cerveza.
M: Te lo contaré igualmente: veo el futuro. Si me das las manos y me miras a los ojos lo veré y te podré aconsejar. Puede que te ayude a ser más feliz.
H: Está bien.

(Se dan las manos y se miran a los ojos. Tras unos instantes se reanuda la conversación.)

M: ¡Ya está! Ya lo he visto. Sé cuál es la fuente de tus problemas. Tienes que dejar la escritura. Si lo dejas serás feliz. Hazme caso.
H: Lamento decirte que eso no puedo hacerlo.
M: ¡Cómo son las personas! Nunca se dejan ayudar. Se piensan que pueden ellas solas con todo.
H: Verás, quitarle a una persona su único pasatiempo es de lo más cruel que existe.
M: Dime, ¿por qué escribes?
H: ¿Por qué ves el futuro?
M: Porque poseo un don.
H: Bien.
M: ¿Crees tú que tienes un don?
H: Creo que tengo algo más que no tener nada.
M: No sabes nada de la vida.
H: Sé de mi vida. Con eso tengo suficiente.
M: ¿Crees en Dios?
H: ¿A qué vienen tantas preguntas?
M: ¿Te molesta hablar de ti?
H: Solo cuando bebo.
M: ¿Eres vegetariano?
H: Prefiero comerme el animal antes de que me coma a mí.
M: ¿Y con los humanos?
H: Mejor ocultarse.
M: ¿Por qué?
H: léete un periódico.
M: ¿Qué voy a encontrar si lo hago?
H: Tú eres la adivina.
M: Sí, pero dime.
H: La barbarie.
M: ¿Te gusta viajar?
H: Sí y no.
M: ¿Cómo es eso?
H: Me gusta la novedad, pero me decepciona encontrar lo mismo en todas partes.
M: Sin embargo, he visto que cuando escribes siempre hablas de los mismos temas.
H: Los temas que me preocupan no me dejan de preocupar.
M: los temas son como ciudades.
H: Las ciudades desaparecen, se derrumban. Las dudas siempre se alzan.
M: ¿Qué opinas de la guerra?
H: Que está por todas partes. ¿Por qué me haces tantas preguntas?
M: Para comprender porque no quieres ser feliz. Si no me haces caso serás muy desgraciado.
H: Bueno, lo tomaré como material nuevo.
M: te ríes de la desgracia.
H: Hay que reírse de todo.
M: ¿De uno mismo también?
H: Especialmente.
M: Me voy a marchar, no tienes remedio. Hay gente por ahí que no dejaría pasar esta oportunidad.
H: Qué tengas suerte.

(La vidente pide la cuenta. Se marcha. Se cierra el telón.)

lunes, 5 de noviembre de 2012

¡A escena!

 
 
¡Bienvenidos al teatro! Esa tarima elevada donde todo es posible, mientras el público observa desde sus asientos... En el día de San Ernesto tenemos preparada alguna que otra sopresa, y para ello nos acompañarán dos autores que escogieron las tablas como la mejor plataforma para que la tinta tomase forma en los actores. ¿Alguna pista?
 
Aquí teneis un par...
 
Contiene 10 letras: _ _ _ _ _ /_ _ _ _ _
 
"Hay gente a la que no se le deben contar ciertas cosas. La vida es una cuestión de tacto."
 
Contiene 7 letras: _ _ _ _ _ _ _

"Prefiero un vicio tolerante a una virtud obstinada"


miércoles, 31 de octubre de 2012

La bestia.

La ola vino corriendo hacia mí sin dejarme esquivarla, por sorpresa estalló contra mis pies partiéndose en cristales y espuma. Cuando quise cogerla se retiró vanidosa de la orilla dejando una alfombra de arena mojada que enseguida recorrí para alcanzarla. Caí en su trampa y la ola, cuando me vio presa, alzó su lomo hasta enseñar la boca y de un mordisco me engulló en sus aguas. Salí corriendo con miedo a ser devorada y me senté en la orilla para ver, a una distancia segura, como la bestia, hambrienta, suplicaba un bocado arrodillándose en el suelo y alargando una lengua húmeda que intentaba tocarme. Puso tanto empeño que dejé que me lamiese un dedo pero ella, insaciable, siguió pidiendo más toda la tarde.

¡Esto es Halloween!


Esta tarde el Taller se convertirá en un espacio donde dar salida a nuestros terrores, dejándonos envolver en el pasado para crear un aura digno de una noche como la de hoy!
 
Traed vuestros fantasmas con vosotros, nosotras llevaremos a unos cuantos amigos difuntos...
 
¡Feliz Halloween!

lunes, 29 de octubre de 2012

Razones de ventanas

Aquella mañana a finales de otoño, me desperté temprano por haberme caído de la cama. El golpe no fue fuerte, pero bastó para evitar que me volviera a dormir. Recordé donde estaba, pues desde hacía poco vivía sola. Me había independizado, ya tenía 18. Me senté en la cama y miré el despertador, lo apagué pues ya no lo iba a necesitar más. Me desperecé lentamente, y me metí al baño para ducharme. Tras veinte minutos bajo el agua templada, salí y me envolví en la toalla. De camino a mi cuarto, se me ocurrió encender el ordenador. Mientras se encendía, me metí en mi cuarto y me enfrenté al mismo dilema de todas las mañanas, la ropa que ponerme. Tras un minuto se me ocurrió usar la ropa de los viernes, pero al buscarla la encontré en la cesta de la ropa sucia. Hice una mueca de disgusto, pues la idea se me había chafado. Metí una vez más las narices en el armario, y cavilé durante un buen rato, hasta que harta decidí ponerme algo sencillo, unos vaqueros ajustados y una camiseta de mi grupo favorito de música. Con el pelo mojado me dirigí al ordenador, pero tras poner ''google'', se me atascó, así que mientras se cargaba, me sequé el pelo con una toalla seca, y volví a mirar el ordenador, nada, seguía atascado. Me entró hambre y desayuné unas tostadas con nutella y un café descafeinado. Tras acabar el desayuno lo metí todo en la pila, le puse agua, y pensé:
-''Ya lo lavaré esta tarde''.
Al entrar a mi cuarto ví que por fin se había cargado internet, así que miré el correo, y decepcionada, apagué el ordenador. Cogí el móvil y miré la fecha, era sábado. Con un gran bostezo cogí mi mochila, y hurgué hasta coger la agenda. Miré los deberes y me sorprendí al comprobar que tenía pendiente un trabajo para el lunes, y este era de literatura, y además era el último, y si no lo entregaba podía suspender, y eso conllevaría el problema de volver con mis padres. Había hecho un trato con ellos, yo me independizaba, a cambio de aprobar al menos las más importantes, y a este paso tendría que volver a casa. Miré el tema del trabajo en la agenda, pero no había nada, luego me acordé de que me habían dado una hoja. Me levanté de un salto para cogerla del escritorio, pero me tropecé con la mochila de piscina. Otro golpe, vaya suerte la mía, eso seguro que me dejaría un moratón. Entre los montones de folios la encontré. El trabajo consistía en describir o más bien expresar en un papel ''La expresión''. La leí una, dos e incluso tres veces, pero por más que pensaba no se me ocurría nada. Pasé toda la tarde del sábado intentando pensar ideas, pero cada idea que se me ocurría en ese mismo momento la desachaba. Al final de la tarde estaba sin ideas y de bajón monumental. Cansada entorné los ojos, y sin darme cuenta me dormí, ya era tarde cuando me desperté. Cuando me situé, escuché alboroto en la calle, me levanté a mirar por la ventana y ví unos pocos coches circulando y un grupo de borrachos cantando  ''la gallina turuleta''según ellos supuse. Miré al frente para observar una gran cantidad de ventanas. El edificio era de un feo marrón claro, con muchas y repartidas ventanas. Era muy triste que mi piso estuviera justo entre dos edificios. Mi consuelo fue mirar hacia el cielo y admirarlo. Me sorprendí imaginando que las estrellas eran pequeños puntitos blancos al lado de una enorme y grisácea luna. En ese momento me entró nostalgia y recordé mis momentos mirando por una ventana. A mi siempre me gustaba mirar más allá de mi casa. Entonces en mi cabeza sentí como se encendía una bombilla o como si esa idea que huia de mi derrepente me buscaba. Eso era, ese tema. Cogí el ordenador y plasmé la idea en el word del ordenador. Tras varias horas de trabajo, lo terminé, lo imprimí y lo guardé directamente en la carpeta. Miré la ventana y vislumbré más allá los primeros rayos de luz del día. Sonreí y me asomé a la ventana, me sentí libre al fin de todo, era una sensación tan agradable. Cerré los ojos y extendí los brazos hacia afuera, y fue un momento que me pareció eterno hasta que una risa me devolvió a la realidad, frente a mi ventana, ví a mi vecino de enfrente mirarme a través de su ventana. Avergonzada me metí dentro de casa, y cerré la ventana y la cortina, mientras sentía que se me subían los colores. Pasé el domingo hablando por el correo y demás, también estudié un poco y quedé en mi casa con mis amigas. El lunes no me sonó el despertador y corriendo hice las cosas. Llegué justo a tiempo, y me froté los sitios donde me había golpeado por el camino, y como siempre entre las prisas y mi mala suerte...Bueno el caso es que al llegar entregué el trabajo esperando al menos un cinco. Estuve ausente durante las demás clases. Cuando al día siguiente nos entregaron los trabajos se me dibujó una sonrisa en la cara, un ocho y medio, me había salvado. Cuando llegué a mi casa eufórica abrí la ventana y grité lo más fuerte que pude. Después de hacerlo me dí cuenta de que mi vecino estaba presente, avergonzada, le miré y me dedicó una gran y preciosa sonrisa. A partir de entonces todos los días miro por la ventana. Y por estas razones me encanta mi ventana.