martes, 29 de enero de 2013

Elogio

 
 
¿Qué nos hace especiales?
¿Diferentes? ¿Preferibles?
 
Mañana trateremos el maravilloso mundo del adjetivo postivio,
de una forma... única.
No decimos más.

viernes, 25 de enero de 2013

Conversación con el conejo blanco



La casa está en silencio y a oscuras. Justo como debe de estar. Dejo las llaves en la mesa de la entrada, bebo un vaso de agua en la cocina. Después, me siento en el sofá. Aflojo el nudo de la corbata. Aparece, de pronto, el conejo blanco. Empieza a observar los adornos del salón. Coge, de una de las mesillas, una foto, la de hace cuatro veranos, la playa, tormenta y ella y yo sonriendo a la cámara. El conejo blanco niega con la cabeza mientras mira la foto. Luego la devuelve con cuidado a su sitio.

-De hace cuatro veranos ¿verdad?

-Sí –contesto.

-Parecéis contentos.

-Sí, lo parecemos. 

Durante un breve instante me golpea el viento rabioso de aquella vez, en aquella playa, en aquel verano. El viento me despeina y es frío. Luego pasa, vuelvo a estar sentado en el sofá. El conejo blanco parece pensativo. 

-¿En qué estás pensando?

-En nada, da igual –contesta el conejo blanco-. Deberías guardar en algún cajón las fotos en las que sale ella. 

-Lo he intentado.

El conejo pega un salto y sube a la mesa de delante del sofá, me mira a los ojos.  Me coge por el cuello de la camisa y me acerca hacia su rostro. El conejo blanco frunce el ceño.

-¿Cuándo vas a despertar? ¿Cuándo vas a olvidarte de ella? Expones sus fotos en tu salón cómo si todavía siguiera contigo. ¿Qué crees que piensan aquellos que invitas a tu casa? ¿No te has fijado en cómo te miran? Voy a prepararnos un par de copas. Ginebra ¿no?

-Sí, con tónica.

Me suelta y se dirige a la cocina. Silva una canción mientras prepara las bebidas. Sí, el conejo blanco tiene razón, siempre la tiene. Pero hoy no puedo guardar sus fotografías. Lo haré mañana. Sí, mañana. El conejo blanco trae las bebidas en copas de cristal del armario de arriba de la cocina. Las deja sobre la mesa, después se dirige al aparato de música y lo enciende. Selecciona un cedé entre los que hay un estante más abajo del reproductor. A los pocos segundos suena a poco volumen People Are Strange. El conejo blanco levanta la copa.

-Un brindis, venga. Por ti.

-Gracias.

Chocamos las copas. Doy un sorbo al gin-tonic. El conejo blanco ríe. 

-Mira, sabes qué ya tendrías que haberlo superado. Han pasado dos años. Y tú sabes mejor que nadie que no va a volver aquí. Espera un momento.

El conejo blanco sale del salón, dejo de escuchar sus pasos. No sé a dónde va, pero tarda unos diez minutos en volver. Trae algo en la mano. Es un billete de avión de hace dos años.

-Míralo bien. ¿Qué es?

-Es un billete de avión. 

-¿Qué pone?

-Día */09/201*. Destino ****. Hora de salida 14:30. Hora de llegada: 20:45. Billete solo de ida.

-¿Puedes repetir eso último?

-Billete… solo de ida.

-¿Qué significa que solo sea de ida?

-…

-Dime.

-Que no va a volver.

-Veo que  has comprendido.

El conejo blanco sonríe y se termina la copa.

martes, 22 de enero de 2013

¡A las armas!



Mañana nos dirigiremos a la batalla
 armados con la pluma de Tolstoi
y atacaremos sobre las páginas
de su Guerra y Paz.
 
¡Esto es la guerra!

jueves, 17 de enero de 2013

El tren

Lo único que realmente recordaba era el cielo.

Había abierto los ojos, y allí estaba, entre el humo y los gritos, el océano azul cubriendo el techo del mundo.

Luego, cuando consiguió erguirse, la realidad consumió el resto del aire y sintió el colapso de sus pulmones ante la imagen que tenía frente a sí: un enorme vagón de tren emergiendo o colisionando, no habría sabido encontrar la diferencia, en una casa que yacía ahora semi-derruida. El resto del tren caía desde las vías por un terraplén lleno de césped maltrecho y seco. Era un tren azul, el mismo que había tomado en la estación del Norte y que sin embargo le parecía ajeno ahora que lo miraba tendida allí, en el suelo, con la mano derecha subiendo suavemente hasta sus labios en un silencioso gesto de horror.

Debía de haber salido despedida por una de las ventanas. Aunque realmente no lo sabía. Pero tenía adheridos a los brazos restos de cristal, como si su piel estuviera ahora llena de escamas.  La última imagen que aún mantenía en su cabeza era la de estar viendo el paisaje urbano, los edificios alejándose y las vías internándose en los suburbios para luego nacer en los vastos campos cobrizos de las afueras. Vio como el sol nacía, a lo lejos, desde detrás de una granja. Una casa de ladrillo y techumbre de madera, que colindaba con las tierras del ferrocarril y se pegaba al trazado de líneas metálicas que cubrían el país. Estaba casi adosada a la estación de la primera parada. Y en ella había acabado el trayecto.
Se levantó como pudo, apoyándose en una roca, agarrándose a un arbusto. No veía a nadie alrededor. Corría un aire plomizo, lleno de polvo. Sin saber qué hacer, su mente la dirigía hacia el tren, pero su cuerpo la llevaba irremediablemente hacia la casa. Lentamente anduvo un paso tras otro, con los zapatos de tacón llenos de barro, hasta que tocó con las yemas de sus dedos los desechos ladrillos de la pared derruida. El tren debía de haber entrado por el piso superior, lo había atravesado, y descansaba abruptamente sobre el salón del piso inferior. Entró sorteando una larga lámpara de pie y sintió sus pisadas sobre el suelo, mezcla de papel mojado y piedra. Tampoco había nadie allí, y sin embargo, a ella le parecía escuchar algo. Una melodía suave, entrecortada. Dejó que le guiasen sus oídos y avanzó tentativamente, recogiendo alguna tela, moviendo una mesa para el té que yacía boca abajo, deslizando su mano sobre un piano roto por la mitad. Cruzó la sala, con aquel vagón en medio de ella, enorme y anormalmente silencioso. Sólo se escuchaba una lejana melodía que ella intentaba rastrear como si fuera un barco buscando la luz de un faro. Llegó hasta el otro lado de la habitación, y al fin… allí estaba, resonando en una esquina, un vinilo viejo sobre un tocadiscos intacto,  dando vueltas, vueltas y vueltas sin parar.

Se quedó parada un segundo que se le hizo eterno. Luego, como impulsada de forma fortuita por una idea sin sentido, fue acercándose al tren, y volvió a subirse a él por la puerta desvencijada del coche número 2. El hierro chirrió un momento, pero después pareció fundirse con la letanía melódica. Se sentó como pudo, en un ángulo extraño, inclinado, pero plácido. Y se quedó allí, dando vueltas como el vinilo viejo en el tocadiscos intacto, vueltas y más vueltas aún sin mover los pies, girando y girando hasta que sintió su cuerpo caer y dejarse llevar por la música para siempre.

martes, 15 de enero de 2013

Te levantas y... Mamá, ¡hoy me cojo el metro!




Todos hemos oído eso de que "la realidad siempre supera la ficción". Bueno, quizás no siempre, pero desde luego esta mañana algunos ciudadanos suecos se han encontrado con una demostración en vivo y en directo de que a veces, hasta lo más impensable, puede ocurrir.

¿Y tú, cómo reaccionarías si, una mañana como otra cualquiera, pocas horas antes de levantarte, te encontraras con... un vagón de tren en la cocina? 

Fantasía y cotidianidad no tienen por qué ir reñidas; en ocasiones, lo más inverosímil es la propia realidad. 


lunes, 14 de enero de 2013

¡Nuevo Concurso!

Concurso de relato breve bajo el tema "El Dios Tecnología: cómo están cambiando nuestras vidas", organizado por el club de escritura Fuentetaja en facebook y en colaboración con la Casa del Libro.

Los premios para los ganadores están valorados en 1.500 euros y consisten en cursos gratuitos de escritura, en Fuentetaja, por supuesto, y lectores electrónicos marca Tagus de Casadellibro.com.
Para participar sólo es necesario tener una cuenta personal en Facebook. Hay que ingresar en la siguiente aplicación:  https://apps.facebook.com/club-de-escritura/,donde aparecerá información sobre esta convocatoria y otras actualmente abiertas. 

El plazo es hasta el 20 de Febrero. El ganador lo dictaminará una votación popular.

Desde el Taller, os animamos a que os presentéis a cualquier concurso o certamen literario que encontréis, puesto que siempre constituyen una forma de aprendizaje y de ejercitarse en el bello arte de la escritura y porque... ¡¡nunca se sabe!!

miércoles, 9 de enero de 2013

¡Volvemos al taller!


Hemos sobrevivido al 2012.... así que  ¡Bienvenidos al 2013!

Feliz año a todos, esperamos que hayais pasado unas navidades estupendas, pero es momento de volver a la acción, re-comenzamos hoy día 9 de Enero y tendremos una actividad con grandes autores: Kafka, Tolstoi, Joyce o Hemingway...

Y podeis ir pensando en qué os fijais cuando mirais un libro: ¿principio? o ¿final?

Pensad, pensad...